12 de Junio, 2015.
Los pasados días 4 y 11 de junio se realizaron dos de las últimas tres audiencias en el juicio oral y público que se sigue contra 7 agentes penitenciarios por los tormentos infligidos a Brian Núñez el 16 de julio de 2011 en el Complejo Federal de Jóvenes Adultos, luego de que reclamara junto con los restantes detenidos de su pabellón para que se los autorizara a ver el partido entre Argentina-Uruguay por la Copa América.
Curiosamente, como si se tratara de una fatalidad del destino, la decisión final sobre el caso será dada a conocer también un día 16, cuando se jugará el mismo partido y por la misma competición.
El 4 de junio se desarrollaron los alegatos de 5 de los 7 defensores de los imputados. A grandes rasgos, se mantuvieron en las versiones mantenidas por sus defendidos a lo largo de la causa, basados ya sea en argumentos desmentidos no solo por las pruebas de la causa sino por el más elemental sentido común, como lo son los vinculados a la inculpación a la víctima (la tan trillada y lamentable hipótesis de autoagresiones), como también en alegaciones que intentan deslindar un responsabilidad en los hechos (“yo no estuve”, “yo no sé lo que pasó”, y otros similares).
Asimismo, y por si fuera poco con esas excusas pueriles, algunos de los defensores incurrieron en la vergonzosa actitud de acusar a los organismos querellantes y acusadores, particularmente a esta Procuración Penitenciaria de la Nación, de haber fraguado la investigación para lograr una condena, lo cual no sólo agravia a la vasta trayectoria y reconocimiento de esta institución de protección de los derechos humanos, sino que también deja en evidencia la total carencia de argumentos serios para rebatir la grave acusación que enfrentan los acusados. Además, resulta irónicamente cínico este recurso discursivo si se recuerda que en este proceso se comprobó, incluso por la confesión de los propios acusados, que fueron ellos quienes en un principio habían armado esta causa transmitiendo una versión falsa a la justicia federal de Morón.
Por otra parte, el día de ayer -11 de junio- tuvieron lugar los alegatos de las restantes dos defensas. Una de ellas, correspondiente a uno de los acusados por tortura, discurrió en el mismo sentido antes indicado. La última, referida a un celador que está acusado por omitir denunciar la tortura y que luego confesó la atroz golpiza propinada a Brian Núñez por sus colegas penitenciarios y denunció haber recibido amenazas por parte de estos últimos a raíz de esa actitud. El letrado que lo asiste -al igual que oportunamente la PPN y la querella de la Defensoría General de la Nación- solicitó su absolución. En último lugar, se escucharon las réplicas de las partes acusadoras a planteos de nulidad realizados por los defensores en sus alegatos, y luego las réplicas de estos últimos.
Finalmente, y tras casi 4 años del proceso judicial, el día martes 16 se escucharán los descargos finales de los imputados –si es que eligen hacer uso de ese derecho- y el veredicto. Hay sólo dos mensajes posibles en manos de los jueces. O se sienta un precedente paradigmático y necesario para generar conocimiento y así contribuir a la erradicación de las prácticas sistemáticas y regulares de tortura que esta PPN ha documentado reiteradamente en sus investigaciones y se verificaron en el caso, o se contribuye a su impunidad y continuidad.