14 de Agosto, 2014.
“Bienvenidos a la tarde literaria” decía en letras grande sobre el telón de fondo del frío gimnasio del Complejo Penitenciario Federal N° 1 de Ezeiza.
Souvenirs hechos con cera, carteles coloridos en las paredes, galletitas con forma de corazón puestas como ofrenda y brillos, lentejuelas, tacones altos y algarabía poblaban y daban color al gran salón.
Se trataba del Encuentro de Escritoras, organizado por el equipo de trabajo de Género y Diversidad sexual, que reunía a Florencia Werchowsky, presentando su libro El Telo de papá, Selva Almada, autora de Ladrilleros, entre otros libros y coordinadora, junto a Santiago Loza, del espacio literario que se desarrolló el año pasado en el marco del Festival Manifiestos por los 20 años de esta Procuración, y Félix, Aby, Chocolate y Fernanda, algunas de las autoras de Soy mi Nombre.
Alejandra Palacios hizo la presentación y rápidamente asumió el rol de interlocutora de las escritoras invitadas. Fue para todos una tarde de celebración que conjugó palabras, anécdotas, vivencias e intercambios. “a mí me gustaría seguir desarrollando las experiencias de la vida. Nunca pensamos que con el Festival íbamos a llegar a hacer un libro expresando lo que hemos vivido y viéndonos reflejados en el libro”, dijo Félix en relación a Soy mi Nombre.
El encuentro terminó con un intercambio de regalos. Las escritoras invitadas y el equipo de la Procuración Penitenciaria recibió los libros hechos en miniatura con cera fría, las galletitas, la invitación a comer una pizza amasada con sus manos y ellos y ellas, recibiendo una colección de libros donados por la Biblioteca Nacional, una donación de productos de belleza y una colección de postales titulada “Conocé tus derechos”, ilustradas por 16 artistas plásticos, que promueven una profunda y sensible concientización sobre los derechos que los asisten y brinda información de la Procuración Penitenciaria de la Nación para recibir consultas y denuncias de las personas privadas de su libertad.
Cerraba la jornada de un frío 12 de agosto, pero ese espacio había permitido compartir, transformar, igualar.