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02 de Noviembre, 2015.

En el marco del ciclo de cine que organizan la Procuración Penitenciaria de la Nación y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, Natalia Oreiro visitó la cárcel de mujeres del Complejo Penitenciario Federal IV, para presentar la película “Infancia clandestina” y compartir con las detenidas alojadas en el Módulo Residencial donde funciona el Centro de Rehabilitación de Drogadependientes (CRD).

Despojada de todo maquillaje pero llena de luz, Natalia Oreiro entró el viernes 30 de octubre al espacio cultural del penal Ezeiza, para compartir la proyección de la película dirigida por Benjamín Avila Infancia clandestina. Junto a ella se encontraban Veronica Calvo, Secretaria Técnica de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y Ariel Cejas Meliare, Director General de Protección de Derechos Humanos de la Procuración.  

Cerca de 60 personas aguardaban el inicio del film cuando sorpresivamente advirtieron la presencia de la actriz y vieron cómo, con una sencillez conmovedora, empezó a saludar con un beso a cada una de las personas que estaban allí.

Su presencia revoloteó las almas de las mujeres que empezaban a sentir que esa iba a ser una jornada inusual. Con una organización espontánea y encubierta, algunas mujeres desaparecían del lugar y volvían pocos segundos después con pequeños papeles que empezaban a pasar de mano en mano. Con la paciencia que han sabido labrar sus días, aguardaban el instante en que pudieran saltar a pedir un autógrafo de la estrella que habían visto tantas veces en las pantallas de cine y televisión.

La película fue un paréntesis de 112 minutos que hizo reír, llorar y enternecer al crisol de mujeres que aloja el penal. Desde Jovencitas que apenas han cumplido los 22 años hasta mujeres de batón que caminan con dificultad, atravesaron con gran expectación ese tramo doloroso de nuestra reciente historia argentina contada desde la visión de un niño que pierde a sus padres en los primeros años de la dictadura militar.

El sostenido aplauso al finalizar la película agradecía esa actividad en su pesado cotidiano. Enseguida se abrió un espacio donde varias mujeres contaron sus propias experiencias de secuestro y desaparición en los años de plomo. Otras mujeres agradecieron la visita de Natalia y destacaron que son pocas las personas que, como ustedes, vienen a estos lugares.

Oreiro habló de su historia personal donde incluso se pensó que podía ser hija de desaparecidos y cómo, a partir de esa sospecha que finalmente no se comprobó, tomó más conciencia sobre lo que había sucedido esos años. También habló de los prejuicios y de la necesidad de reconocernos como hermanos para vivir la vida de la mejor manera posible. La gente te encasilla y piensa que sos de una sola manera; pero todos tenemos muchas cosas para dar, cosas buenas y cosas malas, y depende de qué es lo que elegimos en nuestra vida y para dónde queremos ir, es lo que vamos a poder construir. Esa frase, tan humana y sencilla, fue retomada por una mujer detenida quien dijo, al borde del llanto muchos nos encasillan a los que estamos privados de libertad y tenemos un montón de cosas…pero es más difícil ponerse a buscar las virtudes de las personas que los defectos. Agradecemos que te hayas animado a cruzar la puerta de la cárcel. A veces, los que estamos privados de libertad estamos como en un cajón de muertos…Un estímulo de esta calidad debería existir siempre. Los que no quieren más delincuencia debería ayudar de esta forma, con estímulo educativo, con estímulo social.

Luego de despedirse con la promesa de volver y realizar una actividad en conjunto con Ricardo Mollo, líder de la banda Divididos, se dirigió al pabellón donde se alojan mujeres que están en el programa de rehabilitación de drogas. Allí, con la misma candidez y apertura, se dispuso a escuchar y contar experiencias de su vida personal que la conmovieron hasta las lágrimas. A corazón abierto, trató de transmitir un mensaje de esperanza para quienes, tocando fondo y viendo que no hay nada más ahí, pueden despertar el deseo de salir aferrándose a la vida. Todos tenemos historias más difíciles que otras, todos nos podemos equivocar en algún momento. Nadie es perfecto. Lo importante es tener fuerza interior, creer en uno y querer salir…siempre se puede hacerlo decía Natalia.

 

En un exultante remolino de emociones que fue hermanado los cuerpos desde su humanidad, la jornada terminaba en una ronda de aplausos y voces que cantaban a coro la canción de Gilda, en alusión a la película que está grabando Oreiro en la actualidad: No me arrepiento de este amor, aunque me cueste el corazón, amar es un milagro y yo te amé, como nunca jamás lo imaginé. Tiendo a arrancarme de tu piel, de tu recuerdo, de tu ayer, yo siento que la vida se nos va y que el día de hoy no volverá…